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Preguntas & Respuestas: ¿Porqué se admiten respuestas como la de Paks a María Azafrán?No se ha leído las normas y yahoo deja insultar!


Preguntas & Respuestas: ¿Porqué se admiten respuestas como la de Paks a María Azafrán?No se ha leído las normas y yahoo deja insultar!

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Question by QuioSuke Bleider: ¿Porqué se admiten respuestas como la de Paks a María Azafrán?No se ha leído las normas y yahoo deja insultar!
No me importa si censuráis esta pregunta. De hecho, es para Yahoo, que defineYahoo Respuestas como un sitio de ayuda. Si pregunto dónde puedo estudiar guionista es para que me respondan dónde, no para que me digan:»Pídele a Dios volver a nacer y que te dé la capacidad» y «Los mejores guinistas(?) nacen, no se hacen». Considero que ésta es una respuesta para ganar puntos, porque su objetivo, desde luego, no es ayudar. Quizá el que responde necesita decir esas cosas para sentirse superior. Bien, si sirve para eso… pero pensé que Yahoo no permitía ese tipo de respuestas. Esto no es un foro y esta pregunta no es una conversación cruzada sino una queja por falta de buenas formas. Si queréis leerlo, está en «educación/otros».

Best answer:

Answer by Euvinia
Desgraciadamente, todo indica el que mas insulta es el que tiene mas puntos y ademas Colaborador Destacado. Da pena………………………………………………………………….

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Preguntas & Respuestas: ¿Porqué se admiten respuestas como la de Paks a María Azafrán?No se ha leído las normas y yahoo deja insultar!

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5 Comentarios

  1. Estoy de acuerdo, yahoo permite ciertas respuestas y preguntas que, de acuerdo al objetivo de la pagina, no deberian permitirse.. y a su vez tambien se eliminaan otras que se atienen a todas las normas :S
    pero weno yahoo esta dirigido por personas que al fin y al cabo hacen lo que quieren ..

    *KiSSeS*

  2. Hay mas de unos cuantos niñat@s por aqui obstruyendo el divertido que es este espacio. Lo bueno que se puede pasarlo y aprender…siempre hay unos desocupados para jod..er la pava.

  3. La gente es libre de opinar.Si preguntas, ya sabes que puedes encontrarte respuestas groseras o que no vienen a cuento.

  4. Voy a contestarte con una vivencia bastante paradójica:

    Era sábado, y yo me disponía a pasar la tarde en casa, refugiándome de la intensa lluvia que azotaba la ciudad. Después de almorzar y lavar los platos, sólo pensaba en dormir la siesta, ya que me relaja bastante el rumor de la lluvia rozando los cristales, mientras tanto, eran las 16:00 p.m.

    Desperté 2 horas más tarde, debido a un fuerte golpe que provenía de la casa de mi vecino. Un poco desorientado, miré a través de la ventana para divisar qué pudo haber causado ese ruido, pero sin darle demasiada importancia, fijé mi interés en la lluvia que no cesaba, y cada vez llovía con mayor intensidad. Un frío intenso se había apoderado de la sala a través de los cristales, por lo que pensé en preparar la chimenea para entrar en calor y de paso, cocinar en ella. Saqué de un pequeño armario la leña y un encendedor, me senté frente a la chimenea y me dispuse a encender el fuego. Una vez estabilizada la llama, me dirigí a la cocina para preparar mi merienda: panecillos de molde a la brasa con un poco de foie-gras, calentitos, muy apetitosos, acompañados de un vaso de café con leche.

    Puse los panecillos en la brasero que se calentaba sobre el fuego de la chimenea, y mientras se tostaban, encendí el ordenador para realizar mi hobby preferido: chatear con desconocidos.
    Nuevamente, regresé a la chimenea, y los panecillos tostados ya estaban en su punto para ser untados con paté, pero antes de comerlos, fui a la cocina a por mi café.

    Una vez que tenía toda mi merienda, empecé a comerla con gusto, ya que tenía bastante hambre, a la vez que ingresaba mi “nick” en el Chat “Amistad + de 30”. Decidí llamarme Foie, en honor a el foie que iba a comer.
    A pesar de que comí bastantes panecillos tostados, aún me quedé con algo de gusa, pero mis ganas por chatear eran mayores que mi apetito, por lo que tomando unos sorbos de café, empecé a hablar en la sala general. Tras unos 30 minutos de conversaciones superficiales, una nueva persona, “ANADON”, entra en la sala virtual, y sin demasiadas presentaciones, nos propone conversar acerca de sucesos paranormales. Los demás usuarios no estaban interesados en estos temas, pero mi curiosidad, y el ambiente tan tétrico que acontecía en mi casa, me llevó a abrir una conversación en privado con el.
    -Estoy interesado en los sucesos paranormales.- a lo que él me contestó:
    -A veces es peligroso sentir interés por las cosas-
    Molesto por su contestación, le recriminé que él fue quien invitó en la sala general a hablar sobre los sucesos paranormales, y que no entendía su reacción. Disculpándose de manera concisa, me dijo que él sabía lo mucho que yo estaba interesado en esos temas, y que no me defraudaría. Yo no pude negar tal interés, y para aliviar de tensiones la conversación, irrumpí preguntando: – ¿Qué opinas sobre las psicoplastias?.
    Su única contestación fué: – A veces las cosas no son como parecen.-
    -No te entiendo – repliqué rápidamente.
    -Nadie lo hace – contestó- pocos me quieren entender y los que quieren, no pueden. Es como una ventana: tal vez tu no puedas divisar a aquel que te ve, y que lleva días espiándote.
    Como pensé que se trataba de una broma, le dije que no tenía tiempo para estupideces, y cerré la ventana de la conversación, pero al cabo de unos segundos, ANADON , reabrió la ventana y rápidamente la volvió a cerrar. Únicamente dejó escrita la siguiente frase:

    -“ERES DE LOS QUE NO QUIEREN ENTENDER, PERO, CUANDO QUIERAS ENTENDER, YA SERÁ DEMASIADO TARDE…” –

    Mientras leía la frase, autosugestionado, escuché un fuerte ruido desde el interior de una de las habitaciones de mi casa, más concretamente desde el corredor que da acceso al sótano, donde tengo algunas revistas y muebles antiguos. Con un poco de miedo, me dirigí armado con una vara de caña, muy fina, que saqué bruscamente del tiesto de una de las palmeras que decoran la habitación principal, y me dirigí sin contemplaciones hacia la habitación de donde emergió el ruido. – No tengo miedo.- pensé- Tal vez sólo sea el viento, o algún animal.

    Abrí la puerta muy despacio, hasta que pude asomar la cabeza y contemplar qué es lo que había ocurrido: Una inmensa estantería, había caído contra el suelo, desquebrajándose por completo. Tiré la caña y me acerqué para ver mejor el desperfecto, lo que me apenó bastante, ya que se trataba una reliquia de herencia familiar. De rodillas mientras observaba las maderas rotas, paseé la mirada por el interior de la habitación, buscando al responsable de tal desastre, cuando me fijé en que una de las ventanas que da acceso al jardín, estaba completamente abierta, y posiblemente una fuerte ráfaga de viento había hecho caer la estantería. Con un poco de violencia, cerré la ventana, lo que provocó que el cristal se rompiese de manera repentina ante mi propia cara, y yo sintiera algunos cristales sobre mi cabeza.
    En pleno ataque de pánico por la rapidez de lo sucedido, me dirigí hacia el lavabo, donde tengo mi botiquín de Primeros Auxilios, y al verme frente al espejo pude apreciar que apenas tenía un pequeño corte en la frente, y nada más. Me senté sobre la taza del inodoro, respirando profundamente me tranquilicé y regresé al sótano para recoger las maderas esparcidas por el suelo, y encontrar alguna solución para el cristal roto. Una vez apiladas las maderas, pensé en utilizarlas como leña, y agarrando un trozo de tantos, me dirigí hacia el salón, me puse frente a la chimenea y comprobé el estado del fuego, que estaba muy vivo: su calor me consolaba el frío que calaba mis falanges. Sin apartar la vista de la chimenea, estiré mi brazo para agarrar el trozo de madera que recogí, pero tras varios intentos sin éxito, decidí girarme por completo y alcanzarlo sin más demora. En ese mismo momento, pude apreciar una extraña sombra que se paraba amenazante frente a mí, lo que hizo que ralentizara cada una de mis acciones, y mientras sentía la llegada del pánico sobre mí, alcé mi vista y allí estaba él, mirándome fijamente, con los ojos inyectados en sangre.
    Se trataba de la mascota de mi vecino, un pato gigante. Tenía sus alas extendidas y su cabeza erguida, en tono desafiante. Su pico era largo y consistente, de repente, soltó un graznido muy profundo, abriendo su pico de par en par. En mi mano, apretaba con fuerza el trozo de madera, mientras permanecía inmóvil ante tal diabólica figura, por un momento, aparté la vista de él para encontrar una salida que me permitiera tomar el control de la situación, pero el graznido de el pato se volvió mucho más agudo, lo que me hizo volver a mirarlo. En ese mismo instante, el pato se abalanzó contra mí, mientras agitabas las alas a un ritmo frenético, soltando algunas plumas a su paso. Yo no supe cómo reaccionar y me quedé inmóvil, soltando la tabla que tenía en mi mano, mientras que el pato se acercaba cada vez más a mis ojos con su pico.
    En un acto reflejo, pude apartarme de la trayectoria del animal y caer al suelo, mientras observaba estupefacto, cómo el pato se adentraba en el fuego de la chimenea y se consumía mientras no paraba de aletear y gritar.
    Fue entonces cuando los 4 agentes de la policía derribaron la puerta de mi casa y me acusaron por el homicidio del pato. Créame Señor Juez, yo no maté a ese pato.

    ¿Entiendes ahora para qué te gastaste puntos en hacer una pregunta así?

  5. Voy a contestarte con una vivencia bastante paradójica:

    Era sábado, y yo me disponía a pasar la tarde en casa, refugiándome de la intensa lluvia que azotaba la ciudad. Después de almorzar y lavar los platos, sólo pensaba en dormir la siesta, ya que me relaja bastante el rumor de la lluvia rozando los cristales, mientras tanto, eran las 16:00 p.m.

    Desperté 2 horas más tarde, debido a un fuerte golpe que provenía de la casa de mi vecino. Un poco desorientado, miré a través de la ventana para divisar qué pudo haber causado ese ruido, pero sin darle demasiada importancia, fijé mi interés en la lluvia que no cesaba, y cada vez llovía con mayor intensidad. Un frío intenso se había apoderado de la sala a través de los cristales, por lo que pensé en preparar la chimenea para entrar en calor y de paso, cocinar en ella. Saqué de un pequeño armario la leña y un encendedor, me senté frente a la chimenea y me dispuse a encender el fuego. Una vez estabilizada la llama, me dirigí a la cocina para preparar mi merienda: panecillos de molde a la brasa con un poco de foie-gras, calentitos, muy apetitosos, acompañados de un vaso de café con leche.

    Puse los panecillos en la brasero que se calentaba sobre el fuego de la chimenea, y mientras se tostaban, encendí el ordenador para realizar mi hobby preferido: chatear con desconocidos.
    Nuevamente, regresé a la chimenea, y los panecillos tostados ya estaban en su punto para ser untados con paté, pero antes de comerlos, fui a la cocina a por mi café.

    Una vez que tenía toda mi merienda, empecé a comerla con gusto, ya que tenía bastante hambre, a la vez que ingresaba mi “nick” en el Chat “Amistad + de 30”. Decidí llamarme Foie, en honor a el foie que iba a comer.
    A pesar de que comí bastantes panecillos tostados, aún me quedé con algo de gusa, pero mis ganas por chatear eran mayores que mi apetito, por lo que tomando unos sorbos de café, empecé a hablar en la sala general. Tras unos 30 minutos de conversaciones superficiales, una nueva persona, “ANADON”, entra en la sala virtual, y sin demasiadas presentaciones, nos propone conversar acerca de sucesos paranormales. Los demás usuarios no estaban interesados en estos temas, pero mi curiosidad, y el ambiente tan tétrico que acontecía en mi casa, me llevó a abrir una conversación en privado con el.
    -Estoy interesado en los sucesos paranormales.- a lo que él me contestó:
    -A veces es peligroso sentir interés por las cosas-
    Molesto por su contestación, le recriminé que él fue quien invitó en la sala general a hablar sobre los sucesos paranormales, y que no entendía su reacción. Disculpándose de manera concisa, me dijo que él sabía lo mucho que yo estaba interesado en esos temas, y que no me defraudaría. Yo no pude negar tal interés, y para aliviar de tensiones la conversación, irrumpí preguntando: – ¿Qué opinas sobre las psicoplastias?.
    Su única contestación fué: – A veces las cosas no son como parecen.-
    -No te entiendo – repliqué rápidamente.
    -Nadie lo hace – contestó- pocos me quieren entender y los que quieren, no pueden. Es como una ventana: tal vez tu no puedas divisar a aquel que te ve, y que lleva días espiándote.
    Como pensé que se trataba de una broma, le dije que no tenía tiempo para estupideces, y cerré la ventana de la conversación, pero al cabo de unos segundos, ANADON , reabrió la ventana y rápidamente la volvió a cerrar. Únicamente dejó escrita la siguiente frase:

    -“ERES DE LOS QUE NO QUIEREN ENTENDER, PERO, CUANDO QUIERAS ENTENDER, YA SERÁ DEMASIADO TARDE…” –

    Mientras leía la frase, autosugestionado, escuché un fuerte ruido desde el interior de una de las habitaciones de mi casa, más concretamente desde el corredor que da acceso al sótano, donde tengo algunas revistas y muebles antiguos. Con un poco de miedo, me dirigí armado con una vara de caña, muy fina, que saqué bruscamente del tiesto de una de las palmeras que decoran la habitación principal, y me dirigí sin contemplaciones hacia la habitación de donde emergió el ruido. – No tengo miedo.- pensé- Tal vez sólo sea el viento, o algún animal.

    Abrí la puerta muy despacio, hasta que pude asomar la cabeza y contemplar qué es lo que había ocurrido: Una inmensa estantería, había caído contra el suelo, desquebrajándose por completo. Tiré la caña y me acerqué para ver mejor el desperfecto, lo que me apenó bastante, ya que se trataba una reliquia de herencia familiar. De rodillas mientras observaba las maderas rotas, paseé la mirada por el interior de la habitación, buscando al responsable de tal desastre, cuando me fijé en que una de las ventanas que da acceso al jardín, estaba completamente abierta, y posiblemente una fuerte ráfaga de viento había hecho caer la estantería. Con un poco de violencia, cerré la ventana, lo que provocó que el cristal se rompiese de manera repentina ante mi propia cara, y yo sintiera algunos cristales sobre mi cabeza.
    En pleno ataque de pánico por la rapidez de lo sucedido, me dirigí hacia el lavabo, donde tengo mi botiquín de Primeros Auxilios, y al verme frente al espejo pude apreciar que apenas tenía un pequeño corte en la frente, y nada más. Me senté sobre la taza del inodoro, respirando profundamente me tranquilicé y regresé al sótano para recoger las maderas esparcidas por el suelo, y encontrar alguna solución para el cristal roto. Una vez apiladas las maderas, pensé en utilizarlas como leña, y agarrando un trozo de tantos, me dirigí hacia el salón, me puse frente a la chimenea y comprobé el estado del fuego, que estaba muy vivo: su calor me consolaba el frío que calaba mis falanges. Sin apartar la vista de la chimenea, estiré mi brazo para agarrar el trozo de madera que recogí, pero tras varios intentos sin éxito, decidí girarme por completo y alcanzarlo sin más demora. En ese mismo momento, pude apreciar una extraña sombra que se paraba amenazante frente a mí, lo que hizo que ralentizara cada una de mis acciones, y mientras sentía la llegada del pánico sobre mí, alcé mi vista y allí estaba él, mirándome fijamente, con los ojos inyectados en sangre.
    Se trataba de la mascota de mi vecino, un pato gigante. Tenía sus alas extendidas y su cabeza erguida, en tono desafiante. Su pico era largo y consistente, de repente, soltó un graznido muy profundo, abriendo su pico de par en par. En mi mano, apretaba con fuerza el trozo de madera, mientras permanecía inmóvil ante tal diabólica figura, por un momento, aparté la vista de él para encontrar una salida que me permitiera tomar el control de la situación, pero el graznido de el pato se volvió mucho más agudo, lo que me hizo volver a mirarlo. En ese mismo instante, el pato se abalanzó contra mí, mientras agitabas las alas a un ritmo frenético, soltando algunas plumas a su paso. Yo no supe cómo reaccionar y me quedé inmóvil, soltando la tabla que tenía en mi mano, mientras que el pato se acercaba cada vez más a mis ojos con su pico.
    En un acto reflejo, pude apartarme de la trayectoria del animal y caer al suelo, mientras observaba estupefacto, cómo el pato se adentraba en el fuego de la chimenea y se consumía mientras no paraba de aletear y gritar.
    Fue entonces cuando los 4 agentes de la policía derribaron la puerta de mi casa y me acusaron por el homicidio del pato. Créame Señor Juez, yo no maté a ese pato.

    ¿Entiendes ahora para qué te gastaste puntos en hacer una pregunta así?

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