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Nueva Página Web. http://www.costarricense.cr/pagina/lavozdelpueblo


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San José de Costa Rica. (PRWEB) November 14, 2004

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Última actualización Noviembre 13 del 2004.

Walter Rodríguez Campos, Productor Radial. Grupo Monumental.

¿Qué es «La Voz del Pueblo»?

Es un programa de opinión con 9 años de estar en las ondas radiales costarricenses, que desarrolla la temática nacional e internacional, de mayor actualidad, con amplia participación de los oyentes.

Se transmite desde las cabinas principales del Grupo Monumental/Relog, ubicadas en La Uruca, contiguo al Puente Juan Pablo Segundo en San José de Costa Rica. Además se transmite desde la Asamblea Legislativa, e instituciones del estado costarricense.

«Es un Programa de Opinión Independiente. Patrocinado por la Empresa Privada y por las Instituciones Gubernamentales»

«La Voz del Pueblo», puede ser escuchado en 890 de Amplitud Modulada, Radio Fabulosa, de lunes a viernes de 10 a 11 de la mañana.

Contactenos Vía Teléfonica en el número 244 2727 – 244 2530 y en el celular 835 5050- 835 4545, si prefiere enviarnos un Fax, el número es 244 6316.

Si desea llamar desde el extranjero, por favor marque el codigo 506.

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En esta página encontrará los resúmenes semanales de las participaciones de los invitados y los resultados de las encuestas que se realicen sobre los diferentes temas que abordemos; Noticias de última hora e informacion de la Provincia de Heredia.

Nuestros amigos informan:

Prof. Dr. Roberto M. Cataldi Amatriain, Secretario General delInternational College of Internal Medicine: Desde hace tiempo varios directores de escuelas de medicina interna venimos sosteniendo reuniones para fundar el International College of Internal Medicine por la necesidad de recuperar, como suele decir el Presidente del Internacional College, el Prof. Ciril Rozman de Barcelona (continuador de la escuela fundada por Pedro-Pons y Farreras Valenti), «el espíritu del internista».

Al respecto, el Prof. Merino, past president de la European Federation of Internal Medicine, me decía hace unas semanas que una tarea como la del College supera la labor societaria y debe ser más bien emprendida desde las escuelas profesionales y las universidades. Quiero aclarar que la mayoría de las conversaciones sobre el tema han sido con directores de escuelas de medicina interna y catedráticos universitarios, situación que nos da una idea del perfil a que apunta el proyecto.

Mi aparición en este ámbito no es casual. Hace 27 años, luego de realizar mi formación de internista en la Universidad Nacional de La Plata y en el Policlínico de esa ciudad, gané por concurso de méritos y antecedentes una beca del gobierno español para realizar estudios de postgrado. Asistí a la Fundación Jiménez Díaz, al Hospital Universitario Gregorio Marañón, al Hospital San Carlos de la Universidad Complutense de Madrid, entre otras instituciones de prestigio.

En estos 27 años concurrí a congresos europeos y mundiales realizados en diferentes países, y publiqué numerosos trabajos y artículos en revistas de allá con cierta regularidad. Además mis libros llegaron a manos de esos colegas. El corolario ha sido la confianza.

En efecto, la confianza para que desde aquí y desde el cargo de secretario general ponga en marcha el proyecto.Este no es uno de tantos proyectos y no vamos a interferir en el concierto societario internacional. Este es un ámbito académico, con objetivos y metas concretas. Las sociedades suelen tener un interés primordial por la organización de congresos, lo que me parece legítimo, pero éste no es el interés primordial del College, por eso apuntamos a una tarea cooperativa con todas las sociedades de la especialidad en sus diferentes niveles, sin exclusiones regionales, es decir, hay que darle cabida y sobre todo participación a los colegas de los cinco continentes.Por otra parte, a esta altura conviene hablar un poco del pasado y del presente de la medicina interna.

El siglo de oro fue el siglo XIX con las grandes escuelas europeas y como decía mi maestro de historia de la medicina, el Prof. Lain Entralgo, las diferentes mentalidades; la mentalidad anatomoclínica (Francia), la mentalidad fisiopatológica (Alemania) y la mentalidad etiopatogénica (Reino Unido). La solidez de la especialidad y el prestigio del internista se proyectan hasta la primera etapa del Siglo XX. Pero a partir de la Primera Guerra Mundial comienza un proceso de disgregación en diferentes super o subespecialidades clínicas (ambas denominaciones encierran una abigarrada discusión que carece de inocencia) y también ultraespecializaciones.

Este proceso de parcelización de la actividad asistencial está bien, pues, el caudal de conocimientos científicos se multiplica, algo similar ocurre a partir de la década del 60 con la revolución tecnológica, y se advierte la necesidad de que se profundicen los conocimientos y se logren habilidades técnicas y procedimentales. Ahora bien, qué queda del internista?Ser internista es haberse especializado en una disciplina generalista, pero esto no significa que sea lo mismo que el médico rural o el médico de familia y la comunidad, o el médico general.

El diagnóstico diferencial estriba en que el internista no se entrena en las otras especialidades básicas, es decir, la pediatría, la tocoginecología y la cirugía general.El internista tiene un entrenamiento primordialmente hospitalario, y en consecuencia está capacitado para asistir pacientes cuya complejidad del estado clínico requiera internación hospitalaria (diferencia con otras especialidades médicas), pero también está capacitado ya que en su entrenamiento se contempla, para asistir a pacientes ambulatorios, y es aquí, quizá, donde más se ponen en evidencia las superposiciones con otras especialidades.

El internista es un experto en semiología, es decir, en técnicas de abordaje de una persona enferma, desde la anamnesis hasta la exploración física, pero también es un experto en interpretación de recursos de diagnóstico (tecnología médica), en patología (conocimiento de la enfermedad) y en clínica (la aplicación asistencial del saber al caso particular); la sumatoria es la especialidad medicina interna.

La medicina interna es eminentemente asistencial, no investigativa. Se trata de una disciplina troncal, pues, constituye el tronco del saber médico aplicado a la asistencia y, todas las especialidades clínicas se vertebran a su alrededor.A mis alumnos siempre les digo que el internista es una especie de pontífice, o sea, especialista en tender puentes con otras especialidades. Reparemos en que el internista se especializa en la patología de fronteras (patologías que comprometen a diferentes órganos o aparatos).

Cada vez es más frecuente la pluripatología. Hoy por hoy es frecuentísimo que un paciente de 50 ó 60 años que acude a consultorios externos del hospital o de la obra social padezca simultáneamente de obesidad, diabetes tipo 2, hipercolesterolemia, hipertensión arterial, aterosclerosis coronaria, insuficiencia cardiaca, EPOC porque es fumador y además várices en miembros inferiores, y podría dar muchos otros ejemplos. Ese paciente requiere de un internista y, de ser necesario, de la concurrencia de aquellos especialistas que «ese caso particular» amerite.

En cuanto a la cirugía, que como dirían los clásicos se ocupa de la patología externa, y cuyos progresos resultan incuestionables, en la gran mayoría de los casos aparece en la última etapa del proceso asistencial, en la etapa de la terapéutica. Y digo en la gran mayoría porque en ocasiones debemos recurrir a la cirugía exploratoria con finalidad diagnóstica.

Por otra parte, tenemos sobrada experiencia sobre el trascendente papel que puede representar un internista en un servicio de cirugía general o de una especialidad quirúrgica.El internista es el especialista más idóneo para realizar una medicina holística, antropológica o de la persona. Y esto está muy distante del modelo derivador, tan frecuente en nuestros días y que incrementa de manera irresponsable los gastos asistenciales. Los conflictos surgen porque se gasta más, la calidad asistencial decae, y las quejas de los pacientes se multiplican. Quiero aclarar que esto sucede aquí y en todas partes, y en los países serios es motivo de preocupación y reflexión.

Lo expuesto explica porqué la formación es compleja y laboriosa, y porqué la especialidad resulta inabarcable en su totalidad. Aquí no hay lugar para las improvisaciones, los subterfugios o los simulacros. Tampoco para las coartadas, como por ejemplo me especializo en cardiología o endocrinología y también hago un poco de clínica médica. Esto no significa que un internista general no pueda polarizarse hacia una o más especialidades sin abandonar la visión integral de la medicina interna.

La solución no pasa por volver al pasado, muchas veces mitificado, ni tampoco en cuestionar el progreso de la ciencia y la tecnología o en pelearse con las especialidades cuya necesidad está fuera de discusión.Estoy convencido de que con el tiempo habrá una recategorización de la medicina interna. La ignorancia es responsable de que el internista no alcance la consideración que merece.

Debemos esclarecer a las instituciones de salud y también a la sociedad sobre estos tópicos para que vuelva a estimarse en su justa medida la figura del internista. Creo que ese es nuestro gran desafío. Fijémonos en que de la mano de la minusvalía actual del papel del internista y de la estimación a veces exagerada de otras especialidades hoy comprobamos el mayor malestar social de que se tenga conocimiento en la historia de la medicina, y esto resulta paradójico en una época donde se verifica el mayor progreso científico y tecnológico.

Quiero comunicarles a todos mis colegas que cualquier inquietud o consulta que quieran hacerle llegar al International College of Internal Medicine, pueden hacerlo vía e-mail a las direcciones:

[email protected]

[email protected]

Vía Teléfonica/fax: 4 371 6093

Vía Postal: Tucumán 1857, 6º «B»

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